[Fractal’12] Programando la Realidad

Para llegar a la nueva locación del Encuentro Fractal fuimos en metro hasta la estación Acevedo, en un vagón de metrocable hasta la estación Santo Domingo, y de nuevo, en otro vagón, por encima de un inmenso bosque natural, hasta la entrada del Parque Arví. Nos esperaba un bus que nos transportó hasta el espacio de Comfama, donde nos recogió un trencito que nos llevó por un camino de grava hasta los salones del Ciempiés.

Entramos a la Sala 3, donde aproximadamente 200 personas estaban sentadas, esperando a que empezara la cuarta versión del Encuentro Fractal. Algunas conversaban en el balcón que une a las salas detrás del escenario (decorado con dos sillas Spun, peluches de partículas subatómicas y tapetes amarillos con cojines de Fractal y Proyecto Líquido), otras jugaban con un telescopio que apuntaba hacia la selva, admirando el paisaje.

En la sala ya estaban: el escritor de ciencia ficción Paul Di Filippo, la programadora de espacios Jennifer Magnolfi, el arquitecto y productor de cine Keiichi Matsuda, la investigadora de cultura digital Raquel Herrera, el matemático Juan Guillermo Lalinde, y el programador Federico Builes. Los invitados internacionales ya habían saludado al intérprete (los presentamos antes de iniciar el encuentro para que él conociera el ritmo y tono de sus voces), la cámara de video ya estaba lista para grabar y transmitir por streaming, y los micrófonos activos y funcionando.

Comfama presentó brevemente sus instalaciones en el Parque Arví con la intención de que los asistentes conocieran mejor el lugar. Nosotros hicimos una breve introducción ficticia al Encuentro Fractal 2020, con la intención de crear el ambiente adecuado para la lectura de “Mood Room”, cuento que el autor de ciencia ficción Paul Di Filippo escribió para la ocasión:

“Bienvenidos a Fractal’20: Recuperando a la Humanidad. Este año entre los invitados tenemos a Harmon Stroeve, físico dedicado al estudio del cerebro humano, y Amaranth Bayless, bióloga y futura creadora de la tecnología Active Living Display (ALD). Ellos trabajarán en ambientes programables, serán los socios fundadores de la empresa Total Inmersive Environments (TIE) y crearán una habitación llamada Mood Room, un ejemplo de cómo se pueden crear espacios que responden a nuestra propia humanidad en medio de un mundo controlado por algoritmos. Por cierto, sé que van a hacer Harmon y Amaranth en el futuro porque ellos solo existen en la imaginación de un escritor que nos visitó en 2012, llamado Paul Di Filippo. Él se inspiró en el tema del encuentro de este año –Programando la Realidad– y en el trabajo de Jennifer Magnolfi –una programadora de ambientes que también invitamos ese año– para escribir un cuento que él mismo leyó. ¿Ustedes se acuerdan de Paul? ¿No se acuerdan de nada de lo que pasó en el 2012? Bueno, eso no importa: tenemos una reproducción háptica y holográfica del evento. Yo me voy a sentar, la habitación hará su trabajo, y en algún momento aparecerá en el escenario Jennifer, Juan, Raquel, Federico y Keiichi. Pero antes, Paul, quien ya está listo para invitarnos a entrar a la Mood Room…”

Paul Di Filippo nos contó la historia de una habitación creada en el año 2021 que se modifica según el estado de ánimo de sus habitantes. Esta habitación, debido a un error de programación, estuvo a punto de matar a sus inventores luego de ellos haberse dejado llevar por sus deseos. Paul describe la Mood Room así: “Imagínense una esfera grande pero flexible suspendida en una cuna de accionadores omnidireccionales, algo así como una bola siendo masajeada por cientos de brazos robóticos y dedos que pueden empujar y jalar y agitar y estirar y mecer y girar e inclinar el objeto sujetado. ¿No es genial? La cobertura externa esférica era un tejido inerte de seda de araña y Kevlar, infinitamente deformable. Pero la superficie interna de la bola vacía –la Mood Room– era revolucionaria.”

De la ficción de los espacios programables, pasamos a lo real. ¿Qué se está desarrollando actualmente? La investigación de Jennifer Magnolfi –arquitecta que ha trabajado en la NASA y en laboratorios de investigación de empresas como Herman Miller y Microsoft– está centrada en ambientes programables. Su charla giró en torno a las preguntas:

1) ¿Cómo se construyen ambientes que sean programables? En el futuro estamos viendo tecnología digital que es más barata, más fácil de manufacturar, que puede permear espacios muy básicos. Jennifer dice que hoy el cemento está siendo manufacturado con chips RFID, acero y subsistemas audiovisuales, de seguridad, cámaras, sensores, cosas que son parte del ambiente construido. Así como se programa el software, ¿se puede programar la arquitectura? Según Jennifer, los ambientes programables son espacios donde todo lo que se reconoce como físico también es digital, y también donde los usuarios del espacio son los diseñadores. Ya no se trata de un arquitecto, un ingeniero, sino de personas diseñando juntas el espacio. Por ejemplo, si yo estoy buscando a alguien que está en una habitación, el techo podría iluminarse en el lugar donde está esa persona y yo ya sabría dónde ir a buscarla. Aquí los usuarios del espacio no son pasivos, sino activos.

2) ¿Qué pasa cuando los usuarios (del software) se convierten en (sus) habitantes? ¿Qué pasa cuando se incrementa el software en el espacio? Una vez más, como usuario de software, ahora me convierto en un habitante del software. Según Jennifer, la noción de mover información con el cuerpo, y de mover esa información entre objetos en el espacio, la pared, el escritorio, tu dispositivo móvil, de hecho no está muy alejada. Una pared que se mueve es un objeto arquitectónico, pero cuando esa pared se queda en una posición, y en ella se proyecta información digital (o una textura o un color diferente), la pared deja de ser un objeto y se convierte en un lugar para trabajar juntos e interactuar con el software (o en un ambiente que nos hace sentir más cómodos).

3) ¿Qué pasa cuando las redes humanas programan el espacio juntas?
Es el área de interés actual de Jennifer: redes humanas, redes de personas. Jennifer dijo que muchas personas interactúan en espacios digitales (Email, Facebook, Twitter), pero cuando nos juntamos en el espacio físico, tenemos diferentes expectativas del ambiente. Eso es lo que ella está estudiando ahora, porque ella cree que cuando cambian esas expectativas se puede cambiar incluso una ciudad.

Esta visión humana de los espacios programables dio paso a la charla Humanos vs. Algoritmos de Juan Guillermo Lalinde.

Juan Guillermo dijo que los algoritmos eran una secuencia de pasos para hacer las cosas, pero que en muchos casos no era necesariamente la mejor. Los humanos que usan esos sistemas terminan poniéndose de acuerdo y encontrando aplicaciones que van más allá de lo percibido inicialmente. Juan Guillermo dio ejemplos donde los algoritmos parecían estar dominando, y otros donde los que dominaban eran los humanos, pero al final acudió al trabajo interdisciplinario para finalizar esa guerra: “No son humanos vs. Algoritmos. No es una dicotomía. Los invito a que empecemos a romper esa barrera, que en nuestra cultura es muy marcada, entre la parte creativa o artística, diciendo que las matemáticas no les sirve, y al revés, que las matemáticas y la ingeniería son temas rígidos donde la parte creativa no tiene cabida. Cuando se mezclan ese par de elementos, es que empezamos a desarrollar un potencial realmente grande.”

Y todo parecía en paz hasta que llegó Paul Di Filippo al escenario a proponer otro tipo de guerra: Humanos vs. Objetos.

Paul presentó el concepto del resistencialismo “actitudes aparentemente maliciosas manifestadas por objetos inanimados.” La billetera que se pierde, el celular que se descarga, el balón que se acerca peligrosamente a toda velocidad… según el resistencialismo, todas esas pequeñas molestias que los objetos le ocasionan a las personas durante el día son batallas que se pelean entre ambos. Afortunadamente en la literatura de ciencia ficción, a diferencia del género de terror, los objetos parecen ser aliados de los humanos, no enemigos, y se plantean futuros donde una internet de las cosas acaba con el resistencialismo. Paul leyó fragmentos de dos de sus historias, y mencionó trabajos de otros autores, como Rudy Rucker y Bruce Sterling, quienes por medio de sus historias exploran un futuro programable.

¿Pero quiénes son los que programan? El escritor canadiense Douglas Coupland ha explorado la cultura de la programación en sus novelas Microsiervos y jPod. La traductura de este último, la española Raquel Herrera, fue la encargada de presentar la obra y vida de este escritor en una charla llamada “Douglas Coupland: Programadores, Payasos y Poetas Visuales”.

Y está bien conocer a estos personajes por medio de la literatura, pero sería incluso más divertido conocerlos en persona.

Y ahí estuvo en el escenario Federico Builes, programador local, quien contó cómo usaba la programación para construir “robots” (entendiendo como “robots” al software, no a “máquinas antropomorfas de metal que nos querrán matar en algún momento”) que le hacían las tareas en la universidad, “robots” que comparaban la complejidad de las letras de una canción para saber sobre cuál quería escribir en su blog, y “robots” que le ayudaban a hacer múltiples tareas aburridas que se pueden solucionar “tirando tres líneas de código”. Federico dijo: “cuando pienso en ‘programar la realidad’ estoy pensando en soluciones elegantes para problemas cotidianos que pueden ser realizadas por máquinas para hacer que la vida de los seres humanos sea mejor.”

Ahora, llevando las cosas más allá, ¿cómo sería la vida de los seres humanos en un futuro donde esos mismos problemas cotidianos se solucionaran a través de tecnologías emergentes como la realidad aumentada?

El japonés Keiichi Matsuda cerró la serie de charlas de Fractal’12 hablando sobre el proyecto Realidad (hiper)Aumentada, una serie de videos que él realizó categorizados dentro de la naciente área de arquitectura ficción, o diseño ficción, con los que además de explorar cómo la tecnología puede hacer parte el espacio, busca provocar una reacción en la gente.

Keiichi dijo que en los videos se puede ver cómo el espacio no se comunica directamente con nosotros sino a través de una interfaz. Nosotros experimentamos el espacio por medio de un dispositivo, y el espacio, al ser diferente para cada persona, ya es un espacio subjetivo: estamos en el mismo espacio al mismo tiempo, pero la forma en que se usa este espacio puede ser muy diferente. “Eso lo vemos hoy cuando la gente está en un café trabajando, o concentrada en una consola de videojuegos en el bus,” dijo Keiichi. “Es la idea es ir al espacio, y gracias a la tecnología, decidir que función le ponemos.” Y así, de repente, todo el mundo es el creador de su propia ciudad. Cualquiera podría participar la construcción de la arquitectura virtual, ya que a diferencia de la física, no depende de factores económicos, políticos, y de seguridad y planeación.

Keiichi concluyó diciendo: “La arquitectura ficción o la diseño ficción son herramientas muy útiles para anticipar y enfrentar estos problemas antes de que se vuelvan reales. Podemos usar arquitectura ficción o diseño ficción para enfrentarnos a problemas imaginados y darnos una nueva perspectiva de cómo viviremos nuestras vidas en el momento. Este tipo de diseños y conversaciones pueden ayudarnos a llegar a un futuro más deliberado, un futuro que podemos elegir.”

Y ese fue el momento los asistentes eligieron a un invitado para hablar con él. Hacerle preguntas. Interactuar. Algunos se tomaron fotos y otros pidieron que les autografiaran libros. Se crearon pequeños grupos; los invitados escucharon atentamente para luego compartir con el público lo que más les llamó la atención en el pánel de clausura.

Algunas frases memorables del pánel:

Paul Di Filippo: El defecto o problema en la vida de un autor es el asilamiento. Yo me levanto y me siento en el computador, y bueno, internet es una gran ayuda. Empecé en la era pre-internet y recuerdo que la vida de un autor era incluso más aislada, excepto en eventos ocasionales en los que ves a tus colegas. Así que internet nos trajo un nivel de feedback y comunidad, pero un encuentro como este es la cúspide de interacción y sinergia, y las otras cosas buenas que trae el unir a gente inteligente de mente abierta.

Keiichi Matsuda: Es muy importante que haya tantas personas interesadas en responsabilizarse por nuestro futuro. A veces olvidamos que tenemos control sobre él. Esa ideología californiana de determinismo tecnológico que más o menos dice que la tecnología más fuerte es la que sobrevive, o sea que en el proceso de tomar decisiones sobre lo que queremos nos volvemos una especie de proceso evolutivo… yo estoy en contra de eso. Yo creo que deberíamos estar pensando en cómo queremos que sea nuestro futuro, en moldear el futuro como queremos. Un profesor mío de arquitectura decía que todo el diseño es ciencia ficción. Todo el diseño está configurado en el futuro, o debería estarlo, especialmente en arquitectura cuando construyes algo que estará ahí en quince años o más, en un mundo completamente diferente. Por eso creo que este encuentro es muy importante.

Paul Di Filippo: Todo lo que vemos a nuestro alrededor empezó en una cabeza humana. Suena a algo obvio, pero cuando uno considera las implicaciones sabe que uno primero debe tener las ideas antes de hacerlas realidad. Así que el proceso de un encuentro como este para generar ideas y lanzarlas y ver si merecen sobrevivir y hacer que muten y evolucionen es esencial si esperamos que llegue algo nuevo. Gente más rígida podría rechazar esta afirmación y decir, “qué va, eso es pura retórica, una tontería, no hacen sino hablar de sueños”, pero todo lo que vemos a nuestro alrededor empezó en un cerebro humano. Como dijo el sociólogo y crítico literario Lewis Mumford en The Story of Utopias (1922): “una idea es un hecho sólido, una teoría es un hecho sólido, una superstición es un hecho sólido siempre y cuando la gente siga regulando sus acciones en términos de la idea, la teoría, o la superstición; no deja de ser sólida porque se expresa como una imagen, o un sonido.”

Federico Builes: Una de las cosas que más me asombró a mí al estar aquí es que esperaba a un público muy diferente. Yo creí que esto iba a estar lleno de gente con un trasfondo técnico, y hablando con las personas me doy cuenta de que aquí hay de todo menos gente técnica, entonces me alegra realmente que no sólo los ñoños están interesados en esto, que esto es algo que en general la gente quiere escuchar, la gente quiere pensar, la gente quiere opinar. Y eso me alegra.

Raquel Herrera: En todas las disciplinas que se han tratado en el encuentro vemos que hay algo muy antiguo que sigue teniendo fuerza y vigencia: contar historias. Los relatos sobre vidas de las personas en entornos profesionales, los relatos en entornos cotidianos con la realidad aumentada, los relatos de ciencia ficción y también la historia de un programador. Los relatos están más vigentes que nunca, y como a mí me encanta la narrativa, celebro que en este encuentro se manifieste.

Jennifer Magnolfi: Ha sido un placer estar aquí hoy. Estaba muy interesada en apoyar la ambición de Hernán y Vivi para este encuentro, además de obviamente el hecho de estar en la hermosa Colombia, con ese fondo tan espectacular. Al reflexionar sobre lo que pasó hoy, tuvimos testimonios de personas que trabajan en diferentes disciplinas, y lo que pienso es que estamos explorando tecnologías que están disponibles para todos ustedes, la mayoría gratis. Tengo mucha curiosidad por saber cómo una nueva generación de pensadores, ingenieros y diseñadores colombianos va a contribuir a esta conversación, y que vayan a eventos en nuestros países y compartan lo que se está haciendo en Colombia.

[Fotos: Vanessa Reyes]
[Fecha: 24 de febrero]
[Lugar: Comfama Parque Arví]


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HERNÁN ORTIZ. Co-fundador de encuentro Fractal y Proyecto Líquido. Trabajo con historias. E-mail: hernan (arroba) proyectoliquido.net
Twitter: @hernanpl

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