Shining Buddah
A partir de las imágenes de Visiones Futuristas del Futuro de Impactlab, hicimos un concurso en Twitter (@hernanpl). Los primeros que me dijeron sus imágenes favoritas ganaron su nombre en unas pequeñas historias inspiradas en esas imágenes. Los ganadores fueron Manuel (@manuelj), Laura Elena (@elenhie) y Sebastián (@Sepecat). Esta es la tercera historia, basada en la imagen “Dream inducers designed to enhance those middle of the night experiences”, con un Sebastián ficticio como protagonista.
El tipo de rasgos orientales que ven en la imagen conectado a la Dream Machine es Sebastián, un colombiano-japonés que solía elegir a sus novias por catálogo. Eso era en la época en la que tenías que hacer fila para entrar a su restaurante de comida oriental Shining Buddah. Ahora, meses después de que salubridad reportó que gran parte de las proteínas del restaurante las proporcionaban las ratas del sector, Sebastián está en dos lugares a la vez: en su cama, al lado de su esposa Karen, con quien está cumpliendo cinco años de matrimonio, y en Dubai, teniendo un romance onírico con Hariri, su amante y futura asesina.
Cuando Karen llegó del trabajo y vio a Sebastián dormido con los parches en la frente, supo que no habría celebración del aniversario. Lloró un rato, tomó un poco de Vodka y luego decidió que era el momento perfecto para alterarle el sueño (el técnico de ensamblaje en la aerolínea donde trabajaba como azafata le había indicado cómo). En su cama, se conectó desde una terminal de su portátil a un puerto libre de la Dream Machine, aumentó en diez el parámetro del nivel emocional de la película e insertó el código de un cuchillo debajo del código de la almohada de la habitación del hotel Burj Al Arab, donde Sebastián acaba de entrar con Hariri. Sebastián cree que está viviendo la aventura amorosa de su vida y que mañana va a despertar con su esposa-de-cinco-años al lado. Cree que su esposa-de-cinco-años estará brava por no celebrar su aniversario, pero él tiene una rutina preparada: le hará el desayuno, le llorará, le dirá que es un adicto, destruirá un par de discos inductores de sueño, le pedirá el favor de que lo ayude… y el mundo seguirá siendo igual. Eso es lo que cree Sebastián.
Cuando se hizo público lo de Shining Buddah, Sebastián perdió dinero, perdió clientes, perdió autoestima. Shining Buddah representaba todo lo que él había luchado por conseguir: sanarse de su adicción a los casinos, reconciliarse con su papá antes de que muriera de cáncer, sacar de las calles y las drogas a su mejor amigo, conocer a Karen. Shining Buddah era su hijo único, su símbolo mágico, su animal de poder, su identidad.
Así que han sido meses fatales para ambos. Meses donde una nube de drama los perseguía y les llovía encima cada que intentaban arreglar las cosas. Meses donde Sebastián regresaba a los casinos y ganaba suficiente dinero para poder comprar lo que su mejor amigo –que había vuelto a las calles y a las drogas– le vendió como la Dream Machine, su nueva adicción, su vía de escape, su nuevo símbolo mágico.
Ahora Sebastián podía ser dueño de un exitoso restaurante vegetariano en Dubai. Podía elegir a sus novias por catálogo y tener amigos a los que sí podía ayudar. Podía incluso almorzar con su papá muerto y tener un romance con la única mujer con la que realmente quería estar en su vida: Hariri, el nombre que Sebastián le puso a Karen en el mundo onírico.
Pero Karen no sabe. Karen sólo ve líneas de código y cree que Sebastián tiene una aventura con alguien más. Karen quiere terminar con todo esto y le asigna a Hariri la función de asesinato.
Hariri entra con Sebastián a la habitación de mármol, terciopelo y oro del hotel Burj Al Arab. Hariri le hace un baile árabe, mientras él se acuesta en la cama. Hariri se quita la ropa despacio y se acerca a Sebastián con movimientos musicales. Hariri se monta sobre Sebastián, le da un beso en la frente y desliza su mano sobre la almohada. Sebastián sonríe en los dos lugares. En su cama, mientras su esposa lo observa, y en Dubai, mientras Hariri le entierra el cuchillo en el corazón. Karen nota algo raro en la sonrisa de Sebastián. Le recuerda a cuando él estaba enamorado de ella. Esa sonrisa…. ella se había enamorado de esa sonrisa. Algo no cuadra. Karen le quita los parches a Sebastián y se los pone en su frente.
En la cama, Sebastián se despierta gritando.
En Dubai, Karen se convierte en Hariri.
En Dubai, Hariri está en una habitación con Sebastián, desnuda, con un cuchillo en la mano. Sebastián está muerto. Hay mucha sangre en la cama. Hariri está inmóvil y no puede dejar de llorar mientras trata de entender lo que pasó. Hariri ya no puede hacer nada por ayudar a Sebastián, es su asesina, y lo único que puede hacer ahora es deshacerse del cuerpo lo más pronto posible. Deja caer el cuchillo y logra vestirse como puede. Cuando vuelve a mirar a Sebastián, nota que él está en otra posición. La sangre de las sábanas ha desaparecido. El cuchillo está en la mano de él. La nube de drama llueve encima de ella… y mientras Sebastián se acerca con una sonrisa diferente en los dos lugares, Hariri sabe que esta será la peor noche de su vida…
[Imagen: Impactlab]
[Texto: Hernán Ortiz]
[Las otras historias: Raid D1sruptor y Faltan 13 libros para el 2009]
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