Raid D1sruptor

A partir de las imágenes de Visiones Futuristas del Futuro de Impactlab, hicimos un concurso en Twitter (@hernanpl). Los primeros que me dijeron sus imágenes favoritas ganaron su nombre en unas pequeñas historias inspiradas en esas imágenes. Los ganadores fueron Manuel (@manuelj), Laura Elena (@elenhie) y Sebastián (@Sepecat). Esta es la segunda historia, basada en la imagen “Able to kill nano-bugs from 10 miles away”, con Laura Elena como protagonista.

 Able to kill nano-bugs from 10 miles away, ImpactlabEn el mapa aún no aparece el tipo que conociste en la sección de mobiliario geolocativo. Cuando lo detectes, vas a esparcir el Raid D1srupt0r –que ahora incluye acción de pulso electromagnético– y matar los nanobots. Sus nanobots. Harás eso antes de abrir la puerta.

Aún desconfías de él, aunque las sensaciones –la dilatación de las pupilas, el latido acelerado del corazón, la respiración entrecortada– pudieron haber surgido naturalmente. Es posible que él no haya usado esa loción. Es posible que te haya gustado de verdad.

***

La nanotecnología se ha usado, entre otras áreas, en la medicina (localización y destrucción de células cancerígenas, dosis deliberada de droga en zonas específicas del cuerpo, coagulación de la sangre en heridas abiertas), en el mejoramiento de la calidad de vida (gafas con filtros para rayos ultravioleta, shampoos para el tratamiento del cuero cabelludo, condones femeninos en spray), y en el arte de bromas underground (generación de ataques de risa lacrimosos, “estatua” por medio de la pérdida súbita de las funciones motoras, orgasmos espontáneos que se activan en lugares públicos…)

¿Se acuerdan de esas lociones con supuestas feromonas que te hacían más atractivo sexualmente? Al principio se vendieron de forma masiva, y luego, cuando la ciencia demostró que los seres humanos, a diferencia de los animales, no tenían feromonas, también se vendieron de forma masiva (muchas personas no aceptaron la idea de no poder hacer nada para ser más atractivas). Esto no sólo les permitió subsistir a las compañías que las fabricaban, sino también dedicar recursos a la investigación de nuevos productos. De ahí que años después una compañía lanzara al mercado negro la primera loción con nanoferomonas, máquinas a escala nanométrica que, al inhalarse, toman el control del sistema nervioso y aumentan la cantidad de dopamina y norepinefrina del cuerpo. Durante un período de quince segundos después de su aplicación, el comprador, usando el filtro nasal incluido (para evitar enamorarse de sí mismo o usarlo como droga psicoactiva) puede seducir a cualquier persona que esté dentro de un área de 10 metros.

Algunas personas no son conscientes de la influencia de las nanoferomonas, y simplemente creen que se enamoraron. Otras logran darse cuenta y se alejan. Otras se dan cuenta y se quedan. Y otras, como tú, no saben si lo que sintieron fue real o una manipulación truculenta de los centros de placer del cerebro.

***

Ese día en la sección de mobiliario geolocativo, descargaste los planos holográficos de tu casa y los algoritmos genéticos que habías programado para diseñar tus muebles. Luego, en la estación del lado, lo viste a él haciendo lo mismo que tú. Y sentiste atracción. No fue casual que al manipular el sofá orgánico de tu sala hacia la izquierda, lo sacaras del límite de tu espacio virtual y lo insertaras en su espacio. No fue casual que él haya hecho lo mismo. Ambos se querían conocer. Hubo una sonrisa tímida, un saludo y una conversación. Intercambiaron diseños, pagaron por el uso de las estaciones, e hicieron un trato antes de despedirse: al llegar a su casa, él fabricaría el mueble con su impresora 3-D, y cada que se sentara allí, te recordaría. Y tú, al llegar a tu casa, no harías nada. Él prometió hacerte la visita y enseñarte cómo hacerlo.

Tenías una excusa. Hace poco compraste tu propia impresora 3-D –el mejor modelo en el mercado– y sabes que tardarás toda una vida en pagarla. Pero no estás arrepentida: eres ingeniera de diseño, la impresora 3-D es tu herramienta de trabajo. Ya no te sientes mal por no haberla usado aún: fue la excusa perfecta para que él te visitara. Te imprimirá su diseño de mueble orgánico y te enseñará opciones nuevas que tú no conoces.

Prepárate. Llegará en pocos minutos.

***

Ese punto titilante que ves en el mapa es él. ¿No estás segura? Hazle zoom. Exacto. Te paras firmemente con las rodillas flexionadas en posición sumo, como si estuvieras matando cucarachas, y esparces el Raid D1srupt0r. Si al abrir la puerta aún sientes química, es verdad que el tipo te gusta. Puedes invitarlo a pasar. Si no, ciérrale la puerta en la cara.

Abres. Sientes un aleteo frío en el plexo solar. Una corriente cálida sube de tu espalda a tu cabeza. Hay micro-movimientos musculares en tus dedos. Te muerdes suavemente el labio inferior. Le sonríes con los ojos.

Te gusta. Es real. Le dices hola, con una sonrisa nerviosa pero decidida, y lo dejas pasar. Él entra confiado, como si ya te hubiera visitado antes. Ven, sentémonos antes de cambiarlo, te dice, llevándote de la mano hacia el sofá. Te gusta. Es real. En el sofá hablan de arquitectura. Él apoya su cabeza en el espaldar del sofá y, mirando hacia el techo, te dice que le encantaría tener una finca auto-sostenible con un diseño realmente orgánico. O sea, en forma de órgano. Tú te ríes. Normalmente no lo haces. Te gusta. Es real.

***

Al principio él era el que hablaba más y ahora la única que habla eres tú. Piensas que tal vez ya no le gustas. Odias los silencios incómodos, entonces le cuentas que duermes en el sofá porque el día que fuiste a comprar la impresora 3-D tuviste que regalar tu cama. No pudiste deshacerte de los proyectos de diseño de la universidad ni de las esculturas y modelos que tienes esparcidos por toda tu casa, y no había más espacio. Además, le dices, para qué cama, si en cualquier momento se puede imprimir una. Le haces un guiño y él recuerda la razón por la que vino.

Se levanta con dificultad del sofá. Arrastra sus piernas, como si llevara una bola de metal encadenada, y tiene que esforzarse para respirar. ¿Está así de aburrido? No quieres preguntarle qué le pasa, no quieres saber la verdad. Lo llevas de la mano hasta tu habitación. Él observa la impresora 3-D con detenimiento, como si fuera una obra de arte, y logra sonreír. Te dice que es la mejor impresora 3-D del mercado y que tienes que sacarle provecho. Te mira a los ojos –los suyos ya no brillan con la misma intensidad– y te dice que no se siente bien. Le preguntas qué siente, y te dice, despacio, en un tono muy bajo, que es como si estuvieran fallando sus nanobots. ¿Cuáles nanobots?, le preguntas. Los nanobots que controlan mi insulina, dice. Soy diabético.

Tratas de convencerte a ti misma de que se pondrá bien, mientras él cae de rodillas al piso y señala la impresora. Es hermoso, piensas, aún muriéndose y quiere enseñarme cómo usarla. Luego empiezas a procesar lo que está pasando: el Raid D1srupt0r destruye nanobots, sin importar cuáles sean. Como siempre, no leíste el manual. Él sigue señalando la impresora con una mano temblorosa. Observas bien, y lo que está señalando es una opción que no habías visto antes. Su mano cae al piso, y su abdomen deja de moverse. Te abalanzas sobre él: no respira, no hay pulso. Tratas de hacerle reanimación cardiovascular, pero es inútil. Estabas conteniendo el llanto, pero ahora, que no puedes hacer nada, lo dejas libre… dejas que las lágrimas caigan sobre él. Tal vez él logre sentirlas en algún otro plano. O tal vez, como en un cuento de hadas, las lágrimas lo revivan.

“ADN” es la opción que no habías visto antes en tu impresora 3-D. Te preguntas cómo funcionará. Dejas que tu cuerpo se mueva solo, tu mente en algún otro sitio. Le quitas una de sus largas pestañas y dejas que la impresora 3-D la escanee. En la pantalla aparece su código genético y una descripción de sus características: altura, edad, peso, color de ojos, inteligencia, capacidad atlética. También hay una lista de enfermedades. Tienes la opción de modificar alguna de las características, pero decides no hacerlo. Presionas imprimir en la pantalla. Te gusta. Es real.

[Imagen: Impactlab]
[Texto: Hernán Ortiz]
[Las otras historias: Shining Buddah y Faltan 13 libros para el 2009]


hay 4 comentarios para “Raid D1sruptor”

  1. E on junio 12, 2009 7:21 pm

    qué belleza

  2. The Outsider on junio 13, 2009 11:57 am

    esta muy bacano! me gustó mucho esta parte “…Es posible que él no haya usado esa loción. Es posible que te haya gustado de verdad…” nos adentramos pues a la era de la realidad fragmentada.

  3. Lobo7922 on junio 24, 2009 1:06 pm

    Muy, muy bueno compadre, me atrapó, felicitaciones.

  4. Hernán Ortiz on noviembre 4, 2010 8:34 am

    ¡MUCHAS gracias a todos por los comentarios! 🙂

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HERNÁN ORTIZ. Co-fundador de encuentro Fractal y Proyecto Líquido. Trabajo con historias. E-mail: hernan (arroba) proyectoliquido.net
Twitter: @hernanpl

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