El demonio que me obligó a decir la verdad (Reseña de Pandemonium)

The Truth tiene el hábito de matar a los mentirosos con una pistola calibre .45. Llevo un mes tan metido en el mundo de Pandemonium que me siento obligado a decir la verdad. Y esta es mi confesión: Pandemonium, la primera novela del escritor Daryl Gregory (quién participó en Agua/Cero con “Segunda Persona, Tiempo Presente”) es lo mejor que he leído este año.

Por medio de Del Pierce, un narrador en primera persona impecablemente construido, Daryl cuestiona el sentido del yo, esta vez no con pastillas Zen sino con posesiones demoníacas. Del fue poseído desde los cinco años y parece que el demonio se quedó atrapado en su interior. Del siente que le rasgan el cerebro constantemente, que alguien toca la puerta de su cráneo queriendo salir y no puede irse a dormir sin amarrarse con cadenas a la cama. Las drogas que le recetó el psiquiatra no le funcionaron, así que se la pasa buscando desesperadamente una cura, la que llegue primero: operación o exorcismo.

Pandemonium es un mundo igual a este –con internet wireless, Audis con GPS y servidores web con errores de seguridad– pero en el que las posesiones demoniacas son fenómenos cotidianos. Aunque las posesiones no sean exactamente “demoniacas”: The Captain, Smokestack Johny, The Little Angel, The Kamikaze, Boy Marvel, The Truth, The Hellion y Valis (un demonio que posee al escritor Philip K. Dick) puede que sólo existan en la mente de personas con desórdenes de personalidad múltiple, personas que fingen las posesiones para forzar la existencia de un ser superior, o que simplemente son psicóticas. Pero también puede que sean arquetipos Jungianos del inconsciente colectivo, creados cuando alguien expresó libremente una fantasía creativa (el 80% de los psicoterapeutas del mundo de la novela son Jungianos), posibilidad sugerida por los eventos extraordinarios: gente que, poseída, adquiere habilidades nuevas — pilotear un avión, abrir una caja fuerte, hablar una lengua muerta, y gente que, poseída, adquiere una inusual fuerza física.

Razón por la cual, en caso de posesión, los endemoniados no se pueden interrumpir. Si los obstruyen, se pueden enojar, saltar sobre alguien más (como un policía con una pistola) y empezar a lastimar a la gente. Mejor dejarlos hacer lo que tengan que hacer hasta que se agoten. Tal vez esos fragmentos de personalides, esos arquetipos, tengan un mensaje oculto. Y su propósito sea comunicarlo a como dé lugar.

A Pandemonium se le deslizan las etiquetas, como sucede con las novelas de Thomas Pynchon. Pero puede decirse que mezcla la fantasía oscura de H.P. Lovecraft, la fantasía urbana de Neil Gaiman, la ciencia ficción de Philip K. Dick y A.E. Van Vogt, el slipstream y el thriller paranormal, con un estilo muy personal del autor. El resultado explosivo es una historia que captura esa sensación caótica, esa sobrecarga de información, esa disonancia cognitiva característica del siglo XXI.

En Pandemonium, al igual que en “Segunda Persona, Tiempo Presente”, se aprecian las obsesiones de Daryl por las ciencias cognitivas, las relaciones familiares y la búsqueda de la identidad. Hay capítulos de “demonología” con historias de cada arquetipo, y referencias a la cultura pop, la ciencia ficción y los comics. Confieso que algunos párrafos me hicieron reír y otros me aterrorizaron (hasta el punto de tener que poner libros encima de Pandemonium antes de acostarme), y cada capítulo me incitó a leer el otro. Si me detuve en algún párrafo fue para admirar la escritura de Daryl, su destreza narrativa capaz de darle forma a un personaje tan honesto y tan creíble como Del, uno de esos personajes que te involucran emocionalmente, que hacen que su experiencia termine siendo tu experiencia, y que terminan rompiéndote el corazón.

Aún sigo vivo: la verdad y nada más que la verdad.


hay 2 comentarios para “El demonio que me obligó a decir la verdad (Reseña de Pandemonium)”

  1. Juan Miguel Carvajal on septiembre 23, 2008 9:14 am

    En un mundo donde la verdad está tremendamente subvalorada, no parece tener mucho sentido matarse por ella. Me cuesta imaginar que aquellos que se colocan un cinturón de bombas y se lanzan a destruir otras vidas y la suya propia, tendrán alguna relación con la búsqueda de alguna verdad, cualquier verdad.
    Me inclino a creer en el demonio y en los poseídos.
    He conocido personas presas de un estado de obnubilación que me han erizado los cabellos.
    Me has hecho recordar a Castaneda (que muchos Jungnianos leemos)y su Don Juan ó a Lobsang Rampa y a sí mismo, que han sido acusados de una especie de “psicotismo delirante” en la “invención” de sus personajes extraordinarios.
    “Viaje al Ixtlán”, de Castaneda, fue mi Biblia por más de 20 años, a pesar que mi mente pendeja se debatió siempre entre la verdad y la fantasía.
    Claro que en el caso de los poseídos demoníacos, no me parece tan buena idea esperar que sus fuegos monstruosos se agoten. Más de alguno de ellos podría apretar una tecla o un botón que nos ponga en órbita.

  2. PROYECTO LÍQUIDO | H2blOg | Glass: Neuronas espejo, prisioneros psicópatas, drogas y la conciencia on octubre 22, 2008 2:05 pm

    […] y prisioneros psicópatas escrito por Daryl Gregory, autor de la novela Pandemonium (reseñada aquí) y el cuento Segunda Persona, Tiempo Presente (publicado en […]

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HERNÁN ORTIZ. Co-fundador de encuentro Fractal y Proyecto Líquido. Trabajo con historias. E-mail: hernan (arroba) proyectoliquido.net
Twitter: @hernanpl

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