Descarga #6: “Rata” por James Patrick Kelly
“Durante mucho tiempo, ‘Rata’ fue mi cuento más famoso. Supongo que parte de su reputación surgió de cómo lo escribí. En 1984, me invitaron al primer Taller de Escritores Sycamore Hill que se realizó en la casa de Mark Van Name en Sycamore Road (Raleigh NC). Llevé el manuscrito terminado de Solsticio y otro sin nombre, un fragmento de cinco páginas de una historia extraña y oscura sobre un traficante de drogas primo de Stuart Little. El taller duró una semana y, si recuerdo bien, ‘Solsticio’ fue criticado el primer día. Entonces me di cuenta que si no dormía, no me bañaba y no comía mucho, tendría una oportunidad de terminar el segundo cuento. Trabajé muchas horas en el sótano de Mark y me las arreglé para subir a tiempo y llevar el manuscrito a la última sesión de críticas.
Les gustó.
A muchas otras personas parece que también les gustó. Ed Ferman lo compró para la edición de Junio de 1886 de Magazine of Fantasy and Science Fiction. Fue finalista del Hugo y el Nebula, aunque perdió ambos. Casi una década después, Ursula LeGuin me dio el gran honor de escoger “Rata” para incluirlo en el libro Norton de la Ciencia Ficción. Lo que pasa con “Rata” es que casi no recuerdo haberlo escrito. Cuando lo martillé estaba poseído y para acabar de ajustar sufría de privación de sueño. Parecía un sueño – sólo que cuando me desperté, estaba saliendo un manuscrito de verdad de la vieja impresora de matriz de puntos. Pero sí recuerdo por qué escribí ‘Rata’. En ese momento, había una disputa literaria entre dos grupos que se conocieron como cyberpunks y humanistas. Lo que pasó fue que un par de escritores/polémicos del cyberpunk decidieron agrupar a sus contemporáneos y empezar a llamarse por estos nombres – “humanista” era un insulto. Yo me negué a que me encasillaran en alguno de los bandos, así que escribí “Solsticio” y “Rata” como sátiras del punto de vista cyberpunk. Pero el chiste se me devolvió; mientras creaba estas historias, me dejé atrapar por el vigor del estilo cyberpunk. Aunque aún puedo leer la última frase de “Rata” como una crítica al héroe estándar cyberpunk, la historia se había salido de mi estrecha visión para seguir su propio camino.
No estoy completamente seguro de cómo ocurrió, pero me alegra que haya sido así.”
— James Patrick Kelly sobre “Rata”
En la sexta sesión de Descarga, recibimos a los asistentes con música de fondo de la banda Koyi K Utho, un vaso de té pu-erh, y un volante con la radiografía de una rata que ilustraba el cuento de James Patrick Kelly que íbamos a leer: la historia de un roedor traficante de droga –un polvo tan poderoso que genera un estado de muerte en vida– que se mueve ágil y seguro por las calles de una Nueva York infestada de muertos drogadictos. El cuento, incluído en la antología “Obras Maestras” de Orson Scott Card, fue elegido para hablar del movimiento cyberpunk de los 80s.
Luego de la lectura, a alguien le pareció curioso que el protagonista de la historia fuera una “rata mala”, a diferencia de tantas “ratas buenas” que nos vende el cine y la televisión: dibujos animados como Stuart Little, Remy y Mickey. El protagonista era una especie de rata-humano-mula que cargaba cápsulas de droga en sus intestinos.
Rata había metido el polvo en cuatro cápsulas de plástico que luego se había tragado. A juzgar por el dolor que sentía en las costillas, estaban a punto de entrarle en el duodeno. Todavía quedaba tiempo de sobra. El tren bala llevaba casi dos horas atravesando el vacío del túnel TransAtlántico; pronto llegarían a Autoridad Portuaria/Koch. Lo de la aduana ya estaba arreglado, según el mariscal. Todo lo que Rata tenía que hacer era volver a su nido, cerrar la puerta inteligente una vez dentro y hacer correr la voz por sus redes protegidas. Tenía suficiente Amarillo Argelino para pulverizar al menos la mitad de los cerebelos del East Side. Si el negocio salía bien, sería lo suficientemente rico como para bañarse en Dom Perignon y secarse usando como toallas tapices de Gromaire. Otro pinchazo de dolor le recorrió el costado derecho. Instintivamente, su pata trasera salió del asiento y arañó el aire.
La historia nos llevó a hablar sobre el individualismo producido por la tecnología; un individualismo en el mundo “real” (edificios y unidades cerradas donde difícilmente se conoce al vecino, ascensores que generan interacciones forzadas e incómodas, salones de clase donde las interacciones son obligadas por los trabajos en grupo) constrastado con un colectivismo en el mundo “virtual” (comunidades virtuales, grupos de Facebook y Second Life, salas de chat en Lively). ¿Somos personas diferentes en ambos mundos? Alguien habló de una de esas experiencias Facebook de reencuentro fracasado con viejos compañeros del colegio: mientras en Facebook los perfiles mostraban personas divertidas, sociales y extrovertidas, en persona eran todo lo contrario. Alguien dijo que internet era más impersonal y podrías hacer parte de algo sin comprometerte: si no te gusta algo, te vas y no pasa nada. También hablamos sobre las tecnologías de los 80s que empezaron a hacernos más individualistas: el computador personal, los walkman, los juegos de video…
Y también salió a colación el tema de las drogas. Alguien mencionó las drogas virtuales y el público empezó a escuchar con atención. Drogas (como el i-Doser) que están basadas en la tecnología de binaural beats y se descargan por internet. Alguien del público las ensayó en su casa: las escuchó durante unos minutos y sintió los estados alterados de conciencia que le prometía el archivo. Un médico del público dijo que muy probablemente lo que sintió fue un leve mareo ocasionado por la estimulación de los oídos, órganos responsables del equilibrio del cuerpo. Otros no estaban de acuerdo con él y no podían negar los efectos que tenían audios como HemiSync para sincronizar las ondas cerebrales y estimular la adquisición de habilidades como sueños lúcidos, experiencias por fuera del cuerpo y visión remota.
Es algo que le hubiera evitado a Rata tantos problemas…
[Fecha: 28 de Agosto, 2008]
[Fotos: Nicolás Peñaloza]
opiniones (2)James Patrick Kelly nació en Mineola, New York en 1951. Es un escritor de ciencia ficción ganador de dos Premios Hugo y un Premio Nébula. Enseña y participa frecuentemente en talleres de ciencia ficción como el aclamado Clarion y el Taller de Escritores Sycamore Hill. Ha sido miembro del New Hampshire State Council on the Arts desde 1998 y presidente del consejo en 2004. Sus cuentos han sido traducidos a dieciséis idiomas y ha coeditado con el escritor John Kessel dos antologías importantes para entender dos nuevos subgéneros que surgen en la literatura: “Feeling Very Strange: The Slipstream Anthology” y “Rewired: The Post-Cyberpunk Anthology”.
Aunque no he leído muchas cosas sobre este tema, creo ahora tener sensaciones agradables para intentar leer algunas historias más.
El concepto cyberpunk me causa recelos como el concepto humanista me causa recelos. Nada más idiota que andar etiquetando la creatividad.
Creo que estoy listo para conocer a esta abominable rata inmunda que vende drogas cargadas en los intestinos. ¿No será la rata Bush?
Estoy de acuerdo: las etiquetas terminan siendo ejercicios divertidos para los críticos y recursos fáciles para reseñadores perezosos, pero casi nunca resultan buenas para los escritores que finalmente terminan rechazándolas.
Por cierto, me alegro mucho de que ahora estés motivado a leer más historias.
y sobre Bush, pues no sé qué tendrá en los intestinos, pero tampoco quisiera averiguarlo…